martes, marzo 29

El otro dia, cansado de organizar mi oficina, me marché al bar de C., eran las 4 de la tarde de ese jueves cálido.

Allí estaba Javi, ese hombre encogido, tuerto de un ojo, de unos 70 años que cerveceaba junto a la barra.

- Mira Juan, aqui estamos... - me dijo, entre los aspavientos típicos suyos.
- Hola Javi, que tal? - le dije mientras me dirigía a su izquierda.

Un día depravadamente primaveral, cálido, exhultante, las calles permanecían tranquilas, ya que la gran mayoria de sus habitantes habian emigrado a "lugares de descanso". C. en cuanto me vió desde el fondo de la cocina se dirigió presurosamente a prepararme mi veneno favorito, casi sin cruzar su mirada.

- ¿que vas a hacer? - me dirigí a él casi a punto éste de pulsar el botón que hace manar el agua infernal que da vida a tostado fruto.

- ah, ¿no quieres café?, ¿entonces? - sonreia levemente como confundido, contrariado...

- ponme algo de comer, que no he comido nada... y de beber un café, jejeje... - le dije compadeciendo su extrañeza.

Solo le quedaba a esas horas algo de "esgarraet", una mezcla de tiras de pimiento rojo asado a tiras, ajos y migas de bacalao con aceite de oliva. Me sirvió apenas 3 cucharadas de esgarraet junto a un cestillo repleto de rebanadas de pan que le hice retirar, ya que no como nada de pan. Mientras tanto le pregunté a Javi sobre Juan, que tal estaba, que tal iba, ya que sabia que recientemente dejó de trabajar en un sitio para ir a otro. El me dijo que bien, que no le habia llamado, que cuando le llama se va con el a su caseta en el campo, pero cuando no le llama es porque se va "acompañado" y entonces no le llama. Es que a Juan le pierden las mujeres... si.

Entra en el bar una chica colombiana, aparentemente conocia a C. se dirige a el y le pide una hamburguesa y una coca cola, porque segun decia tenia mucha hambre.

- Dicen que la mejor hora de comer es cuando uno tiene hambre. - le dijo Javi, recorriendo su curvilinea anatomia con su unico ojo.

- Ya lo creo, es que apenas comí en la mañana.